Testimonio: Laura.


Cuando me decidí a hacer un taller de tantra me preocupaba elegir una experiencia que, desde el rigor y respeto que merece cualquier práctica espiritual, pudiera transmitirme la esencia de esta filosofía de vida que identificamos rápidamente con prácticas sexuales y de la que no sabemos absolutamente nada. Y no pude haber elegido mejor: Mónica y Marc han conseguido que literalmente “me enamore” de esta forma de entender, no solo las relaciones íntimas de pareja, sino también la vida vivida desde la plena consciencia en todos los sentidos. Nuestros maestros fueron ortodoxos en los métodos y poco a poco, día tras día, nos fueron transmitiendo enseñanzas y ejercicios prácticos para compartir con el grupo. Todo con una suavidad y dulzura exquisitas. En ningún momento me sentí empujada a hacer algo que me molestara o me produjera rechazo. Empezamos con técnicas de meditación: cada mañana practicamos la meditación activa de Osho, siguiendo el canto de los sufís, una maravilla; luego la comprensión de las cualidades de lo femenino y masculino que hombres y mujeres comparten, sencillamente explicado, a través de las deidades hindúes y aprendimos qué es comunicarse con consciencia. Hablamos de nuestras conexiones con papá y mamá y cómo copiamos comportamientos o los evitamos yendo al otro extremo. Compartimos un círculo de mujeres precioso con Akira, un árbol que invita a que lo abraces. En una charla íntima, Mónica nos descubrió el gran poder femenino: ¡nuestros pechos! Me encantó la naturalidad con la que ella hablaba de nuestra feminidad, de la importancia de recuperar a la auténtica mujer, no la que quiere parecerse a los hombres y se ha vuelto masculina, sino la sensual, la que vive y se expresa desde el corazón. Ese día las chicas conectamos tremendamente con nuestras historias y nuestros miedos y todo quedó allí liberado, en este lugar de poder. Hablamos de la relación de pareja, de los conflictos, de cómo resolverlos, desde la comprensión del otro, desde el corazón.
Y por supuesto hablamos de sexo consciente, de la importancia de conectar con el otro, de estar presentes -ellos- y disponibles –ellas-, de miradas blandas, de polos positivos y negativos, de dónde se encuentran y cómo se conectan a través de un círculo de luz. De cómo preparar un encuentro tántrico, del arte de dar un masaje- cara para las shaktis, manos para los Shivas, siempre desde la calma y la presencia. Y celebramos todo lo aprendido en una cena tántrica que preparamos con cariño y todo lujo de detalles. Luego una fiesta con baile hasta la madrugada. Cuando pensábamos que ya habíamos visto todo, el último día nuestros iniciadores nos sorprenden con una danza bellísima y una puja en la que despertaron nuestras emociones y quedamos limpios, en paz y agradecidos.
¡Tanta belleza encierra el tantra! Nunca lo habría imaginado. Pero esta belleza residió en gran parte en cómo nos lo transmitieron Mónica y Marc, con toda esa dulzura, desde el corazón, siendo un ejemplo vivo de lo que nos contaban.
Y todo ello en el marco incomparable de Sirio Caudiel, con su magnífico grupo de mujeres voluntarias, todo corazón y unas magníficas cocineras que nos deleitaron con platos exquisitos. Y el paisaje que invita al recogimiento, lleno de plantas medicinales que descubrimos con ese ser encantador y divertido llamado Genis. Y la sala, inmensa, con enormes ventanales mirando toda esa belleza.
No bastan las palabras. Me encantaría que mucha gente pudiera descubrir el tantra, el amor consciente, con Mónica y Marc, y que desde este inicio cada uno decida hasta dónde quiere llegar. Gracias por habérnoslo transmitido tan amorosamente. Estoy segura de que nos veremos pronto: ¡la semilla está plantada!

Namasté, Laura